Carta a mis mejores amigo.

Como vos sabrás no hay nadie en el mundo que entienda mis idioteces como vos lo hacés, aunque algunas veces yo no comprenda las tuyas. Decirte que sos mi mejor amigo es poco para todo el tiempo juntos y alejados que hemos pasado. Lo que hemos vivido solos y nos hemos contado entre lágrimas y humo de cigarrillos, escuchando el bullicio alejado de la radio emitiendo una canción.
Escribirte a vos saca lo poco de escritor que creo tener y que vos crees que tengo en demasia; debe ser por tu poco afán a la lectura y tu preferencia a los comics y los videojuegos, pero no cabe duda que tu apoyo incondicional y poco crítico me ha inspirado a escribir pequeños cuentos de un par parecidos a vos y a mí. Sus aventuras puede que sean mejores que las nuestras y poco menos peligrosas que la realidad tortuosa que nos tocó vivir.
Lamentablemente, y sí: le echo la culpa al mundo (aunque en él nos conocimos), del poco tiempo que disponemos hoy en día para contar a pequeños razgos las vidas que llevamos. Es increíble como las horas, y los años que pasamos juntos desde la primaria se resuman a esto: al tener que buscar un espacio en nuestras agendas para poder hablar por teléfono. Y planear una salida que nos negamos a aceptar que jamás se dará.
Quisiera decirte que nuestra amistad seguirá creciendo, pero los días pasan y no sé nada de vos, ni vos de mí. Y lo único que hoy nos separa un espacio de unos cuantos kilometros y una vida alejada. Quizá si trabajaramos juntos, como colegas, como solíamos planearlo en el colegio, esto podría crecer, seríamos los mismos. Juntos.
Quizás no. Quizás nada más crecimos, maduramos y nos alejamos. El tiempo, la vida y nuestro propio esfuerzo nos alejó como alejó nuestra cabeza del cielo.
Sin embargo, es necesario que sepas que siempre espero una llamada tuya, así como busco el tiempo para poder llamarte.

Me hacés harta falta.
Con amor y un poco de dolor: Josué.

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